Busco en las chispas inoportunas
las tormentas mas claras,
mis manos son aguaceros
y al matiz esquivo
de un cielo incierto.
Señalan.
Nubes distantes giran entramadas,
rayos cegados por luces ceñidas.
Implosiones de cuerpos y almas.
Bailan las sombras distantes
bajo un desvarío ajeno,
momentos fugaces.
Para otras miradas.
La lluvia inminente
cala en mis ojos,
sus gotas yacen
en mis desiertos.
Descansan.
No hay barro ingobernable,
porque mis pies moldean
los pasos vivos de mi ayer.
Las huellas profanas.
Tormentas difusas
de mis tormentos,
nuevas y viejas.
Jactancias.
Seguiré buscando
la chispa adecuada,
en las bardas del silencio
en el vientos que me atrapan.
Dicen que después de todo tormento…
Nos llega oportuna, la diosa calma.
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