He aprendido a solfear latidos por palabras, a narrar silencios viejos. Envolviéndome en la nada
Aprendí a recordar mí ayer, olvidando irrealidades frías dormidas en algún rincón. De mi cama blanda.
Quizás amé por introspección, soñé sin esperanzas, sin ilusión, tal vez por crudo y confuso temor. De no dañarte repentinamente el alma.
He aprendido a recordarte una vez más, ahora sé, que el tiempo nos permite amar. Es por ello, que en unos ojos sinceros encontré el valor y el meritorio desvelo para escribirte lo que siento, en esta carta.
Por eso hoy te recuerdo, mí ayer… Han sido muchas noches largas en las cuales contemple el mutismo y el impúdico rigor de no tener nada.
¡Sí supieras, la felicidad ha llegado! Me despierto como un niño ilusionado, abrazando con ansías a una persona mágica que su corazón honesto me ha entregado.
Ojala comprendas algún día mi relato… Porque tengo el deber de agradecerte, no una vez, sino más de mil veces. Todo lo que me has enseñado.
Será que gracias a tus resquemores, a tus eternas y dolientes confusiones, he aprendido a respetar, a disfrutar. A el amor sincero, sin sus resquemores.
Llegada Voy caminando al borde de este abismo… Disgregando realidades absurdas, que se ciñen grises, efímeras y difusas. Porque lucho para existir a mi modo. Hay veces que se pisan baldosones flojos y se lucha por la libertad de expresarse aunque el viento invernal nos castigue un poco.
De donde hoy provengo, he visto hojas deshechas, desnudadas del temor cotidiano. Destrozadas por su propio odio.
He caminado veredas desparejas, en las cuales solo transitan bestias y a su paso firme se degluten todo.
Caminando, al filo de este mundo roto… Voy tras las huellas correctas, porque si uno acude a su decencia. Llegará a su meta final, sin aplomos.
Observar, escuchary describir momentos... Dicenqueesparteesencialdelaprendizajeparaserunbuenautoryperdurarantelosembates prejuiciosos deltiempo. Sentiresloprimordial, vivir lo genuinoycorregirnosdiariamente,es a mi humilde parecer, unejerciciopleno.
Me he preguntado muchas veces... ¿Quien juzgaalbuenescritorde otros quenisiquieraintentarán algún día serlo? Respetar, y luegoleer con el corazón dispuesto, sin tabúes ni mezquindades los nuevos textos. Pienso que tener interés en lo que se busca leer, da la vocación de un buen lector y es esa la medida exacta para satisfacer a quienes indaguen en mis letras un remanso para su tiempo.
A lo largo de mis años – que por cierto no son tantos – he aprendido que hay muchos eruditos en el arte de la literatura y soy conciente que hay también personas que desconocen las formas básicas de una oración. Pero creo fervientemente que un escritor debe saber llegar a las fibras íntimas de todos sus lectores, sean estos idóneos o no.
Escribir y ser leído es una satisfacción inenarrable, se crea un nexo de sensaciones mágicas, interactuando entre las palabras y los hechos। Es por ello, amigo lector… las cosas que escribo nacen para ser leídas bajos estos claros contextos. Sentir, tomar propio cada poema y dejarse inducir por sus convenientes sentimientos.