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sábado, 24 de octubre de 2009

Sol


Sol


En la cúspide de las soledades

las paredes absorbían palabras,

mi cuarto era un universo irremediable.

Las confusiones sacudían el cristal de mi ventana.


La música, rasguños que el viento clamaba,

acunaba en mi piel viejas caricias perdidas

y en mi rutina egoísta excluía al mañana.


En la desolación constante y cotidiana,

días grises fueron testigos sinceros

del dolor que apuntalaba mi alma.


Pero un día decidí sonreír y ser feliz,

fue difícil cargar con mis miedos

sin siquiera saber que me esperaba.


Corrí las cortinas de la desolación,

abrí con recelos mi mirada.

Hacia la ventana gris

lleve este corazón.

La luz encendió mi alma.


Mis ojos se blandían

ante el halo seguro del sol

y mas allá del reflejo matinal

descubrí otras miradas.


Y supe al fin despertar,

letargos de sueños,

sensaciones maravilladas.


Le dí libertad a mi corazón,

descubrí que el sol

siempre sale en la ilusión

de nuevas miradas.


1 comentario:

©Claudia Isabel dijo...

Diego, estuve paseando por tu blog y me encantó...un placer leerte.
Saludos desde La perla de Janis, Buenos Aires