Sol
En la cúspide de las soledades
las paredes absorbían palabras,
mi cuarto era un universo irremediable.
Las confusiones sacudían el cristal de mi ventana.
La música, rasguños que el viento clamaba,
acunaba en mi piel viejas caricias perdidas
y en mi rutina egoísta excluía al mañana.
En la desolación constante y cotidiana,
días grises fueron testigos sinceros
del dolor que apuntalaba mi alma.
Pero un día decidí sonreír y ser feliz,
fue difícil cargar con mis miedos
sin siquiera saber que me esperaba.
Corrí las cortinas de la desolación,
abrí con recelos mi mirada.
Hacia la ventana gris
lleve este corazón.
La luz encendió mi alma.
Mis ojos se blandían
ante el halo seguro del sol
y mas allá del reflejo matinal
descubrí otras miradas.
Y supe al fin despertar,
letargos de sueños,
sensaciones maravilladas.
Le dí libertad a mi corazón,
descubrí que el sol
siempre sale en la ilusión
de nuevas miradas.
1 comentario:
Diego, estuve paseando por tu blog y me encantó...un placer leerte.
Saludos desde La perla de Janis, Buenos Aires
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